La carne de caza es una una opción ligera y sabrosa para echar a la parrilla, recomendable por su bajo contenido en grasa, y una alternativa recomendada por las autoridades locales por los beneficios que tiene tanto para el entorno y como para los propios consumidores.
El verano es el periodo en el que más barbacoas se hacen de todo el año. Jardines y terrazas son el escenario más común, aunque en ocasiones también se hacen en interior. En cualquier caso, elegir alimentos ultra procesados supone un alejamiento de las recomendaciones nutricionales para una alimentación equilibrada, por los elevados niveles de grasas saturadas, azúcares y sal que se puede encontrar en estos alimentos.
Las barbacoas se han consolidado como planes de ocio y para pasar en familia, y han aumentando su frecuencia en los últimos años. Cuando un evento pasa de ser algo ocasional a algo habitual, la mayor frecuencia del consumo de los ingredientes clásicos de una parrillada supone un alejamiento de la dieta mediterránea. Ante esto, debemos buscar alternativas que no nos obliguen a renunciar al sabor único que confieren a los alimentos su paso por las brasas.

Miles de años de consumo avalan la barbacoa
En cualquier carnicería que se precie encontraremos carne de caza silvestre para hacer una parrilla repleta de sabor y con la grasa justa. La apuesta por carnes cinegéticas nos permite consumidor carne de animales silvestres, criados en libertad y alimentados con hierbas y recursos vegetales, es decir, su alimentación natural.
Para cocinar una barbacoa salvaje, el embajador del Programa Europeo de fomento del consumo de Carne de Caza Silvestre, puesto en marcha por ASICCAZA, recomienda apostar por piezas de caza mayor, ya que cuentan con un tamaño superior y son más jugosas a la hora de hacerlas a la brasa, frente a las de Caza Menor, que tienen mayor facilidad para ser sobre cocinadas.
Uno de los principales puntos a considerar es la madurar correctamente las piezas de carne antes de su cocinado. Para aumentar la jugosidad de la carne es recomendable macerarla unas 16 horas en marinados, que pueden hacerse con vermú rojo, cáscaras de cítricos, aceite de oliva, enebro en bayas, pimienta, pimentón y los aromas clásicos del campo, como el romero o el tomillo. Otra opción es adobarla un par de días con la clásica receta a base de vinagre, ajo, pimentón dulce, orégano y aceite de oliva.
Una parrilla con piezas de calidad como el solomillo, lomo, pierna en filetes, costillares o paletilla de ciervo o corzo, es el preludio de una barbacoa donde el sabor no está reñido con lo nutritivo y equilibrado. Respetar los tiempos de cocción sin pasarnos es tan importante como elegir bien las piezas y atemperarlas antes de cocinarlas.