Sin duda, si en algún momento nos preguntaran cual es para nosotros la carne de monte más especial, tendríamos muy clara la respuesta: ¡El corzo! ¡Por supuesto!.
Esta carne, además de ser poseedora de un sabor exquisito, es la “niña bonita” de los amantes del buen comer y figura ya como un imprescindible en muchos restaurantes dedicados a ofrecer a su clientela cocina de producto y de temporada.
Para poder disfrutar al máximo del corzo las piezas más nobles no deben cocinarse mucho pues, las catalogadas como carnes rojas, pierden tanto sabor como aroma si las exponemos a cocciones demasiado largas.
Este tipo de carne está considerada por los expertos como una de las más saludables que, hoy en día, podemos encontrar en el mercado debido a sus altos aportes de hierro, fósforo, potasio y magnesio, cualidad que comparte con compañeros cérvidos como el ciervo o el gamo; ¿serán los aires de Sierra Morena?
Sus usos en cocina son muchos y muy variados, debido a la fama que por momentos está adquiriendo este producto, desde las más tradicionales como es el caso de los estofados o los asados hasta elaboraciones actuales que, cada día, encontramos con más asiduidad en nuestros restaurantes de cabecera, ese es el caso, por ejemplo, de las chacinas o del tartare de solomillo de corzo; en pos de no perder ni un ápice de sabor los cocineros más “arriesgados” ofrecen este tipo de elaboración “aliñando” la carne (cruda y picada a cuchillo) con elaboradas vinagretas que aportan al plato un frescor delicioso que nos trae al paladar los sabores del monte.
¿Una propuesta arriesgada? Solo tenéis que probarlo y contarnos cuales han sido vuestras sensaciones, seguramente coincidamos en que es algo realmente sabroso.